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Esperanza Gómez
Actriz porno colombiana en la meca del cine porno, San Fernando Valley, en Los Angeles
Me había invitado a ir allí para que le presentara una propuesta de inversión, nada fácil en aquellos meses en que la crisis galopaba con gran impulso. La cita no salió como lo esperaba, pues el hombre quería recuperar las pérdidas recientes en poco tiempo y eso, hoy en día, es imposible. Aún así me confió una suma importante. Después de tres días de reuniones y gestiones con el cliente quedé libre para hacer lo que quisiera durante un día. Luego tendría que volver a New York, cosa que me daba pereza, pues prefería retornar a Bogotá cuanto antes ya que Rocío estaba por Colombia en aquellos días.
Jamás había ido a Los Ángeles, la meca del cine. Sin embargo, no sentía ganas de visitar sus santuarios cinematográficos. Si acaso recorrer sus calles y reconocer en ellas los escenarios de unas cuantas novelas que había leído y que ocurrían allí, como las de Raymond Chandler, pero en especial las de James Ellroy. También quería pasarme por la mítica playa de Venice, donde Jim Morrison escribió las letras de sus mejores canciones.
Llamé a Roberto, un amigo que vive allí, a ver si nos veíamos para tomarnos algo. "Estoy viviendo por el Valle de San Francisco, donde hacen el cine porno", me dijo. "¿Va a ir a los estudios de la Universal?", me preguntó. "No, que va, me da pereza, voy a caminar por ahí, algo tranquilo, creo que iré por Sunset Boulevard o por el Barrio Chino", le dije. "Veámonos a las cinco por acá y nos tomamos algo", me dijo.
Pasé el día caminando de un lado a otro. Los Ángeles es una ciudad grande. A pesar de mi mala actitud, de mi pesadumbre por tener que estar allí y no poder estar al lado de Rocío, pronto el paseo del Sunset Boulevard me hizo sentir bien. El recuerdo de aquella famosa película de Billy Wilder me trajo un buen karma, siempre me han gustado las películas de escritores. También la evocación mental de The Doors y Jim Morrison me hizo librarme de la sensación de superficialidad que ostenta esa ciudad, donde todo parece girar alrededor del cine y el star system. De lejos observé el mítico cartel que dice "Hollywood" y llegué a emocionarme.
"Everybody comes to Hollywood
They wanna make it in the neighborhood
They like the smell of it in Hollywood
How could it hurt you when it looks so good..."
La letra de la canción de Madonna se me vino a la cabeza. Sentí que las cenizas de mi espíritu rumbero amenazaban con despertarse. En ese momento pasé frente al Whisky A Go Go, el mítico club nocturno donde el grupo "The Doors" se lanzó a la fama. Me propuse pedirle a Roberto que me acompañara allí esa noche para tomarnos algo y escuchar al grupo de turno. Recordé la escena de la película de "The Doors" de Oliver Stone y me imaginé una rumba poderosa. "No, no puedo, mañana debo estar a las once en el aeropuerto", recordé.
El bar Whisky A Go Go, donde Jim Morrison y The Doors saltaron a la fama
A las cinco estaba en San Fernando Valley con Roberto. Estábamos en un café que era igualito al que aparece en la primera escena, y también en la última, de la película Pulp Fiction de Quentin Tarantino. Comíamos la típica comida que podríamos estar degustando en un lugar como ese: hamburguesa con coca cola. Roberto me hablaba de su trabajo como ingeniero de una empresa de software. En ese momento mi amigo se quedó con la boca abierta y me señaló hacia la puerta, donde entraron dos mujeres, dos mujeronas, curvilíneas, con sendos tacones, pantalón ajustado, bien vestidas pero sobre todo bien provocativas. Una de ellas era igualita a Sofía Vergara, la actriz barranquillera. "¿Es la Toti?", le pregunté a Roberto. Recordé que Sofía Vergara trabajaba en Estados Unidos como actriz.
- No, es Esperanza Gómez, la actriz porno colombiana.
En ese momento no estaba al tanto de las novedades del porno colombiano, ni mucho menos de las actrices que han llegado a la meca del porno, en el Valle de San Francisco, pero al verla me pareció que Esperanza Gómez estaba muy buena y tuve muchas ganas de ver alguna de sus películas. Su amiga también estaba muy buena, pero ella la superaba. Las dos mujeres se sentaron y pidieron a la camarera.
- Vamos a pedirle un autógrafo - me dijo Roberto.
- No, yo no soy capaz, me da vergüenza - le dije.
- Yo si voy - dijo - es la primera vez que la tengo tan cerca y no está rodeada de esos manes con los que trabaja, que son un asco.
Roberto se puso de pie y se acercó a ella. Le dijo algo, ella sonrió. Estuvieron hablando un rato, en algún momento Roberto me señaló y ella miró hacia mí. Yo me puse nervioso, levanté la mano y saludé de lejos. Luego ella le firmó un autógrafo a mi amigo, que regresó a la mesa.
Roberto me contó todo lo que sabía de Esperanza Gómez, que había posado para la Play Boy, que había salido en Soho, que hacía unos meses era la bomba latina del porno, que las películas que hacía eran bastante buenas. "La nena es caliente como ella sola", me dijo, "es la number one, el top ahora mismo". Me sorprendí de lo desactualizado que me encontraba en ese tema, lo más reciente del porno colombiano que sabía era sobre las películas que Nacho Vidal había estado grabando en Colombia. "Invítela al Whisky A Go Go y nos pegamos una buena rumba, a lo colombiano", le dije. Roberto sonrió, estaba viviendo una nueva etapa de libertad, ya que se había separado hacía poco.