Todavía hay despistados que se creen el cuento oficial del "glorioso" Ejército de Colombia.
Los que padecimos el servicio militar obligatorio y que sobrevivimos al lavado de cerebro, a las torturas físicas y psicológicas, a las amenazas para callar lo que muchos soldados vimos, vivimos e hicimos, para callar lo que sabíamos de las alianzas de altos miembros del narco Ejército de Colombia con mafiosos, narcos, paracos, políticos corruptos y toda clase de delincuentes, amenazas y torturas ejecutadas por cabos, tenientes, capitanes y demas criminales, oficiales y suboficiales de rango militar, soñamos con el día en que la sociedad colombiana se entere y tome conciencia de que para acabar con los males que azotan éste país el primer paso es acabar con ésta institución delictiva que está al servicio de las corruptas y criminales élites de nuestra sociedad. Institución que sólo ha servido para asesinar jóvenes e inocentes bajo el pretexto de la "lucha contra el terrorismo", desde tiempos inmemoriales, es decir, desde que fue reorganizado hace mas de cien años, luego del fin de la "Guerra de los Mil Días".Para que éste día llegue y la sociedad civil se libre de ésta criminal institución, que tiene en su haber asesinatos de personalidades de la sociedad civil como Jaime Garzón, reproducimos la entrevista publicada en El Espectador, hecha al suboficial Edgar Paz, el ex-militar que amenazó con una granada porque el Ejército no le pagaba su pensión. En la entrevista relata las proezas que cometió en el Ejército en los años que perteneció a ésta institución delincuencial.
A continuación, entonces, las "hazañas" del "Glorioso" narco Ejército de Colombia.
Tomado de El Espectador.
El sargento retirado habla desde la cárcel
“Tengo las coordenadas de fosas del Ejército”
Por: Alejandra Rodríguez C.
Édgar Paz, el ex suboficial que retuvo durante horas a cerca de 20 personas en una oficina de Porvenir, ratifica sus denuncias.
Édgar Paz, el ex suboficial que retuvo durante horas a cerca de 20 personas en una oficina de Porvenir, ratifica sus denuncias.
Dice que fue condenado injustamente y que hizo parte del MAS por orden de sus superiores del Ejército.
Cuenta que el MAS era financiado por los Ochoa e integrado por agentes de inteligencia.El sargento (r) Édgar Paz
Foto: Daniel Iannini.
Después de recibir una condena de más de 16 años, el hombre que atemorizó con una granada a una veintena de personas en una sede de Porvenir, en Bogotá, reaparece para ratificarse en las denuncias que hizo el 21 de mayo de 2008 sobre graves irregularidades en el Ejército. El sargento (r) Édgar Paz, desde la cárcel La Picota le contó en detalle a Elespectador.com su trágico periplo por la entidad castrense.
¿Se arrepiente de haber amenazado a esas personas con una granada?
Sí, yo no pensé en las consecuencias. Vi que el Gobierno le estaba ayudando a la guerrilla; eso me dio rabia, porque en el Ejército me enseñaron que ellos eran el enemigo. Para eso fui entrenado. Me pareció injusto que después de 17 años de trabajo estuviera pasando hambre, mientras los desmovilizados tenían privilegios.
¿Cómo fue ese día?
Fue improvisado, por el desespero, por la injusticia.
¿De dónde sale la granada?
En 1988, en un combate con la guerrilla, quedó esa granada fallida. Durante el combate tiran la granada pero no estalla. Yo le puse el seguro, la revisé, le quité la espoleta y la guardé como recuerdo. No servía.
¿Cómo termina en esa oficina de Porvenir?
Siempre iba. De allá me mandaban para el Comando del Ejército y así. Nadie se ponía de acuerdo para pagarme la pensión. En esas duré ocho años. Un día agarré la granada y me vine para Bogotá. En Porvenir me dicen otra vez que no han solucionado nada, entonces la saqué. Lo hice por la sicosis de guerra, yo fui entrenado para combatir y se me vino todo eso a la cabeza.
¿Pero usted redactó un comunicado con una denuncia?
Lo redacté un día antes en Santa Marta. Me acosté a dormir pensando en la situación que estaba, mi mamá estaba enferma de trombosis y yo no tenía dinero. Yo sufría pesadillas y gritaba dormido. Ese día oré y soñé que tenía que denunciar a los autores intelectuales de todas las misiones que yo cumplí como cabo segundo. Las cosas que yo hacía por orden de los comandantes.
¿Qué misiones?
Por ejemplo, cuando secuestraron a Martha Nieves Ochoa, hermana de los Ochoa (narcotraficantes de Medellín). El M-19 les pidió cierta cantidad de plata a Fabio y a José Luis a cambio de la libertad de su hermana. Pero ellos dijeron que antes de pagar preferían montar un grupo. Así nace el MAS (Muerte A Secuestradores), un grupo que estaba integrado por puros miembros del batallón Charry Solano.
¿Quiénes los entrenaban?
Vino Yair Klein (mercenario israelí), nos entrenó. Eso lo tiene la Fiscalía y la Procuraduría. Cuando él vino se montó el centro de operaciones en la Finca las Margaritas, en la salida a la Autopista Norte. Allí se cumplían muchas ‘misiones’ que no eran propias del Ejército.
¿Por qué la justicia no ha hecho nada con sus denuncias?
No sé. Yo me he ratificado. Fueron cosas que se hicieron en esa época, cuando el Ejército operaba como quería.
¿Lo han amenazado?
Claro. Cuando estaba en la Modelo llegaron tres tipos un sábado haciéndose pasar que iban a buscar a otra persona y me dijeron que si no me callaba ellos me callaban. Al día siguiente llegó un preso y me dijo que el ‘cacique’ del patio había dicho: “Estamos esperando que nos consignen la plata para hacerle la vuelta al sargento”. Yo hice un informe al Inpec y me trasladaron para la Picota.
¿Y quién tiene conocimiento de esas denuncias?
La Fiscalía, mi abogado Harvey Prada y la Defensoría del Pueblo.
¿Cómo cree que va a terminar este proceso?
Estoy esperando que se aclare lo de mi juicio. Porque el juez que me condenó fue injusto. Sólo escuchó lo que dijo el Fiscal y la prueba de la defensa no la tuvo en cuenta. El examen siquiátrico decía que yo sufría de trastornos mentales, que soy una persona que debido a los combates padezco de sicosis de guerra y que yo necesito tratamiento.
¿Y eso no desvirtúa sus denuncias?
No, porque las denuncias que yo hice son cosas reales. Tengo pruebas.
¿Esas pruebas las conoce la Fiscalía?
Acá estuvo una fiscal de la unidad de DIH y me mostró una lista, con unos nombres, lo que nosotros llamamos ‘muñecos’ (muertos). Yo le dije: sí, ése murió en tal parte, a tal hora y coincidía con los datos que ella tenía. Por ejemplo, me mostró un nombre y yo le dije que esa operación se hizo en el barrio La Chinita, en Apartadó. Y cuando corroboró, se dio cuenta de que yo decía la verdad.
¿Qué le dijo usted a esa fiscal?
Que para hablar necesito que se garantice mi seguridad. Le dije: “Si necesitan pruebas, yo hasta los puedo llevar a una o dos fosas comunes del Ejército, donde van a encontrar tres o cuatro muertos. Pero antes me tienen que sacar del país.
¿Cuánto tiempo duró involucrado en el MAS?
Desde el año 79 hasta el 84.
¿Lo destituyeron del Ejército por su relación con el MAS?
No. Yo era comandante y la guerrilla se metió en la base donde yo estaba, mataron 14 soldados, se llevaron el armamento. Me destituyeron porque no tomé las medidas para prevenir el desastre. Pero eran como 300 guerrilleros y yo tenía como 27 soldados. Me destituyen el 4 de julio de 1990.
¿Y por qué espera tanto tiempo para hacer la denuncia del MAS?
Porque al poco tiempo me reintegran, pero me vuelven a destituir en el año 2001.
¿Y por qué lo reintegran?
Esa es la pregunta del millón.
¿Quizás porque usted tenía mucha información?
Sí.
¿Y cómo logra que lo reintegren?
Estaba en una mala situación, porque nadie me recibía para trabajar. Ya tenía 34 años. Me entero por Telecaribe que mi general Iván Ramírez es el comandante de la Primera División. Como él trabajó conmigo en el batallón Charry Solano, el era capitán y yo era cabo primero, lo fui a buscar. Le dije que me ayudara. Él cogió un radio y llamó a Mario Montoya que en ese tiempo era coronel. Le habló de mí y Montoya se acordó de inmediato. Dan la orden para que me nombren como empleado civil. Al siguiente día ya estaba la orden administrativa para trabajar.
¿Fue fácil convencerlos?
No, el general Iván Ramírez primero se me cerró a la banda, me regaló $100 mil y me dijo que no me podía ayudar. Yo le dije: “Yo puedo denunciar todo lo que ustedes me pidieron hacer cuando eran mis comandantes, todo lo que yo sé”.
¿Qué cosas?
Por ejemplo, las torturas.
¿A quiénes?
Principalmente a guerrilleros del M-19.
¿Cómo nació el MAS?
Financiado por los Ochoa e integrado por miembros de inteligencia del Ejército. Cuando se acabó el MAS seguí mi servicio normal.
¿De qué se arrepiente?
Una vez en un interrogatorio el ‘man’ se ‘ensució´ en los calzones, entonces se le metió la pistola en la boca. Después se tiró el cuerpo en Monserrate. Yo presencie todo.
¿En esas misiones cayeron personas que no fueran guerrilleros?
No, todos lo eran.
¿Nunca se equivocaron?
Una vez fuimos a una misión en el Parque Salitre. Nos pusimos a jugar fútbol y cuando llegaron a reunirse, los capturamos. Eran cinco, pero después nos dimos cuenta que del M-19 sólo eran tres. Pero los otros, que se supone que eran inocentes, por andar con ellos ‘llevaron del bulto’. Algunas veces caían los que sí eran y a veces también inocentes.
¿Se arrepiente de haber amenazado a esas personas con una granada?
Sí, yo no pensé en las consecuencias. Vi que el Gobierno le estaba ayudando a la guerrilla; eso me dio rabia, porque en el Ejército me enseñaron que ellos eran el enemigo. Para eso fui entrenado. Me pareció injusto que después de 17 años de trabajo estuviera pasando hambre, mientras los desmovilizados tenían privilegios.
¿Cómo fue ese día?
Fue improvisado, por el desespero, por la injusticia.
¿De dónde sale la granada?
En 1988, en un combate con la guerrilla, quedó esa granada fallida. Durante el combate tiran la granada pero no estalla. Yo le puse el seguro, la revisé, le quité la espoleta y la guardé como recuerdo. No servía.
¿Cómo termina en esa oficina de Porvenir?
Siempre iba. De allá me mandaban para el Comando del Ejército y así. Nadie se ponía de acuerdo para pagarme la pensión. En esas duré ocho años. Un día agarré la granada y me vine para Bogotá. En Porvenir me dicen otra vez que no han solucionado nada, entonces la saqué. Lo hice por la sicosis de guerra, yo fui entrenado para combatir y se me vino todo eso a la cabeza.
¿Pero usted redactó un comunicado con una denuncia?
Lo redacté un día antes en Santa Marta. Me acosté a dormir pensando en la situación que estaba, mi mamá estaba enferma de trombosis y yo no tenía dinero. Yo sufría pesadillas y gritaba dormido. Ese día oré y soñé que tenía que denunciar a los autores intelectuales de todas las misiones que yo cumplí como cabo segundo. Las cosas que yo hacía por orden de los comandantes.
¿Qué misiones?
Por ejemplo, cuando secuestraron a Martha Nieves Ochoa, hermana de los Ochoa (narcotraficantes de Medellín). El M-19 les pidió cierta cantidad de plata a Fabio y a José Luis a cambio de la libertad de su hermana. Pero ellos dijeron que antes de pagar preferían montar un grupo. Así nace el MAS (Muerte A Secuestradores), un grupo que estaba integrado por puros miembros del batallón Charry Solano.
¿Quiénes los entrenaban?
Vino Yair Klein (mercenario israelí), nos entrenó. Eso lo tiene la Fiscalía y la Procuraduría. Cuando él vino se montó el centro de operaciones en la Finca las Margaritas, en la salida a la Autopista Norte. Allí se cumplían muchas ‘misiones’ que no eran propias del Ejército.
¿Por qué la justicia no ha hecho nada con sus denuncias?
No sé. Yo me he ratificado. Fueron cosas que se hicieron en esa época, cuando el Ejército operaba como quería.
¿Lo han amenazado?
Claro. Cuando estaba en la Modelo llegaron tres tipos un sábado haciéndose pasar que iban a buscar a otra persona y me dijeron que si no me callaba ellos me callaban. Al día siguiente llegó un preso y me dijo que el ‘cacique’ del patio había dicho: “Estamos esperando que nos consignen la plata para hacerle la vuelta al sargento”. Yo hice un informe al Inpec y me trasladaron para la Picota.
¿Y quién tiene conocimiento de esas denuncias?
La Fiscalía, mi abogado Harvey Prada y la Defensoría del Pueblo.
¿Cómo cree que va a terminar este proceso?
Estoy esperando que se aclare lo de mi juicio. Porque el juez que me condenó fue injusto. Sólo escuchó lo que dijo el Fiscal y la prueba de la defensa no la tuvo en cuenta. El examen siquiátrico decía que yo sufría de trastornos mentales, que soy una persona que debido a los combates padezco de sicosis de guerra y que yo necesito tratamiento.
¿Y eso no desvirtúa sus denuncias?
No, porque las denuncias que yo hice son cosas reales. Tengo pruebas.
¿Esas pruebas las conoce la Fiscalía?
Acá estuvo una fiscal de la unidad de DIH y me mostró una lista, con unos nombres, lo que nosotros llamamos ‘muñecos’ (muertos). Yo le dije: sí, ése murió en tal parte, a tal hora y coincidía con los datos que ella tenía. Por ejemplo, me mostró un nombre y yo le dije que esa operación se hizo en el barrio La Chinita, en Apartadó. Y cuando corroboró, se dio cuenta de que yo decía la verdad.
¿Qué le dijo usted a esa fiscal?
Que para hablar necesito que se garantice mi seguridad. Le dije: “Si necesitan pruebas, yo hasta los puedo llevar a una o dos fosas comunes del Ejército, donde van a encontrar tres o cuatro muertos. Pero antes me tienen que sacar del país.
¿Cuánto tiempo duró involucrado en el MAS?
Desde el año 79 hasta el 84.
¿Lo destituyeron del Ejército por su relación con el MAS?
No. Yo era comandante y la guerrilla se metió en la base donde yo estaba, mataron 14 soldados, se llevaron el armamento. Me destituyeron porque no tomé las medidas para prevenir el desastre. Pero eran como 300 guerrilleros y yo tenía como 27 soldados. Me destituyen el 4 de julio de 1990.
¿Y por qué espera tanto tiempo para hacer la denuncia del MAS?
Porque al poco tiempo me reintegran, pero me vuelven a destituir en el año 2001.
¿Y por qué lo reintegran?
Esa es la pregunta del millón.
¿Quizás porque usted tenía mucha información?
Sí.
¿Y cómo logra que lo reintegren?
Estaba en una mala situación, porque nadie me recibía para trabajar. Ya tenía 34 años. Me entero por Telecaribe que mi general Iván Ramírez es el comandante de la Primera División. Como él trabajó conmigo en el batallón Charry Solano, el era capitán y yo era cabo primero, lo fui a buscar. Le dije que me ayudara. Él cogió un radio y llamó a Mario Montoya que en ese tiempo era coronel. Le habló de mí y Montoya se acordó de inmediato. Dan la orden para que me nombren como empleado civil. Al siguiente día ya estaba la orden administrativa para trabajar.
¿Fue fácil convencerlos?
No, el general Iván Ramírez primero se me cerró a la banda, me regaló $100 mil y me dijo que no me podía ayudar. Yo le dije: “Yo puedo denunciar todo lo que ustedes me pidieron hacer cuando eran mis comandantes, todo lo que yo sé”.
¿Qué cosas?
Por ejemplo, las torturas.
¿A quiénes?
Principalmente a guerrilleros del M-19.
¿Cómo nació el MAS?
Financiado por los Ochoa e integrado por miembros de inteligencia del Ejército. Cuando se acabó el MAS seguí mi servicio normal.
¿De qué se arrepiente?
Una vez en un interrogatorio el ‘man’ se ‘ensució´ en los calzones, entonces se le metió la pistola en la boca. Después se tiró el cuerpo en Monserrate. Yo presencie todo.
¿En esas misiones cayeron personas que no fueran guerrilleros?
No, todos lo eran.
¿Nunca se equivocaron?
Una vez fuimos a una misión en el Parque Salitre. Nos pusimos a jugar fútbol y cuando llegaron a reunirse, los capturamos. Eran cinco, pero después nos dimos cuenta que del M-19 sólo eran tres. Pero los otros, que se supone que eran inocentes, por andar con ellos ‘llevaron del bulto’. Algunas veces caían los que sí eran y a veces también inocentes.
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