Los Indignados y el movimiento 15 M

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Antes del 15-M en España y los indignados

Todo comenzó con la desmesura en la que, una vez más, se desbocó mi vida luego de que me separé. Desmesura en todos los aspectos: jornadas de trabajo interminables que concluían con el comienzo de jornadas de fiestas interminables, que concluían con jornadas de deporte interminables, que concluían con jornadas de viajes interminables, que de nuevo enlazaban con jornadas de trabajo interminables. Un círculo vicioso en el que dejé de sentirme a gusto con la gente que me rodeaba: todos treintañeros con familia e hijos, con costumbres burguesas, con poco sentido de la aventura, eso sí, bien vestidos, con buenos carros, buenos apartamentos, hasta buenas mujeres y amantes. Jóvenes treintañeros con barriga, con aspecto de cuarentones lacerados por la vida.

Yo nó. La vida que he vivido me ha hecho sufrir con la muerte de mis padres, con los desamores, con la ausencia de una familia cercana ya que mis primos se han ido de Colombia, con mucha soledad ya que soy hijo único. También me ha premiado con una gran habilidad con los números que es lo que me ha permitido estudiar en la mejor universidad de Colombia, la Universidad Nacional de Colombia, me ha permitido conocer el mundo, viajar al exterior a estudiar, darme la oportunidad de especializarme en un área a la que pocos llegan y que me ha permitido, con mucho esfuerzo, ganar mucho dinero. Bueno, el suficiente para vivir bien, sin preocupaciones. Tranquilidad económica y amor por el deporte que me ha permitido conservarme bien, tengo casi cuarenta años y cuando conozco alguna chica siempre me pone menos de treinta. Las mujeres de mis colegas se sorprenden, algunas, en algunas de las fiestas, cuando se emborrachan, me han echado los perros.

Debo confesar que muchas veces he sentido ganas de seguirles el juego, pero afortunadamente me he contenido. Sólo me estuve acostando durante algún tiempo con una ex-mujer de uno de ellos, eso sí, sin que él lo supiera. Fue pura atracción física y nada más, la chica me gustaba muchísimo, era sofisticada y mala, ligeramente culta y muy superficial, pero me gustaban sus ojos, su sonrisa y que estaba dispuesta a dejarse hacer por mí todo lo que yo le proponía.

Gracias a la inmensa soledad que viví durante mi infancia y adolescencia, ya que no tuve hermanos, le dediqué horas enteras a la lectura. También gracias a que mis padres no me compraban juguetes, pero sí libros. Horas de lectura a las que le saqué sus frutos en la juventud, pero sobre todo ahora, en conversaciones con alguna chica, colombiana, de algún país de suramérica, pero sobre todo europeas. Con las europeas hay que ser culto, muy culto, y sobre todo hacerlas reír mucho. Con las colombianas también, eso las deslumbra.

Aún así de nada me sirvió ser culto con María, una chica española de la que me enamoré perdidamente el año pasado. Tampoco me sirvió de nada con Rocío, una abogada española que conocí en Bogotá y de la que me enamoré sin condiciones. Mala suerte, "tienes todo, menos lo que realmente quieres", me dijo un amigo, el Juancho, que se casó, lleva una vida familiar y dejó de acompañarme en mis noches de desmesura.

Fue Rocío quien me dio a conocer el movimiento 15 - M, los indignados de España.

Fue con ella con quien asistí, durante un curso al que fui como profesor a España, a esas maravillosas y multitudinarias jornadas en la Puerta del Sol, en Madrid. Fue ella quien me cuestionó sin piedad alguna sobre lo que yo hacía, colaborar con los hampones de cuello blanco de mi país y de muchas partes del mundo.Fue ella quien me ayudó a salir, durante algún tiempo, de ese círculo vicioso.

Esta entrada es en su homenaje, para Rocío, y para todos los indignados del mundo que protestan contra el robo de los recursos públicos que los banqueros están cometiendo.

A todos les digo: es posible acabar con los bancos, con la banca privada. No sirve para nada. Es posible acabar con el poderío de los mercados financieros, que no son mas que un gran engaño.